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  • Foto del escritorLara Maqueira

Si supiera que el olvido se cuenta solo




Si supiera que le escribo, pero que no la extraño.

Que el olvido toca mi puerta todas las noches y yo me estoy olvidando de todo lo que salía de su boca.

Que somos un cuento que reescribo todos los domingos, pero que no quiero volver a leer jamás.

Que prefiero olvidarla, pero también lo rechazo en cada oportunidad que tengo.

Que olvidé cómo se vestía y qué gestos hacía para demostrarme cariño.

Que olvidé casi todo,

pero que aún no logro borrar su energía,

ni las cicatrices que dejaron las heridas que me causó dejarla ir.


Que maldecí muchas veces haberla conocido

y juré que no conocer sus ojos hubiera sido la mejor opción para no sufrir.

Que me dejó el alma lastimado.

Que no puedo llorar porque todo lo salado me arde en la piel y en el espíritu.

Que no quiero buscarla

nunca más,

pero que sin embargo

cada persona que miro se parece a ella

y de una forma destructiva

su fantasma no logra dejarme en paz.


Que igualmente conocerla me sirvió para saber a quién no quiero cruzarme jamás devuelta.

Para saber a quien no quiero volver a amar.


Que todas las noches el olvido avanza y se cuenta solo,

recorre todas nuestras charlas y decide

qué borrar y qué clavar.

Que decide a quién marcar

y a quién olvidar.


Que nunca podré olvidarla del todo.

Que siempre una parte de mi piel llevará su nombre.

Que no la extraño,

que no quiero buscarla.

Que no quiero viajar devuelta a su lado del mundo y traerla conmigo.

Que no la extraño

Que no la quiero.


Que juré quererla toda la vida

y me quedé corta.

Que el amor no dura para siempre.

Que puedo dejar de amar a quien me hiere

y no es por falsa

ni por insensata,

es por amor.

Por amor a mí.


Que entre todo lo que juré jamás juré no enamorarme devuelta de alguien como ella.

Que no juré buscarla,

pero sin embargo

a veces lo hago

y que cuando me doy cuenta

elijo correr.


Que podría haberme ido rompiendo todo,

dejando que nuestro pequeño hogar se cayera a pedazos,

pero me di cuenta

de que nuestra casa se situaba en el alma de quien realmente se había abierto: en el mío,

y que no quiero romperme más de lo que ella me dolió.


Que alguien le diga

que seguramente está esperando que la busque,

que le diga que la extraño,

que cumpla mi promesa

y que la ame para siempre.


Que alguien le diga,

que alguien le agradezca

por enseñarme

a quien nunca más tengo que volver a amar.


Que alguien le avise

que no voy a volver a buscarla,

que no me espere,

que no lo haga.

Que no pare su vida esperando que me suba a dar vueltas con ella

como hice yo.

Que no lo haga,

porque no quiero hacerlo.


Que me lastimó tanto

que tuve que lamerme las heridas y arrancar de nuevo.

Que me hizo entender que ella era solo un prototipo de quienes realmente me habían lastimado,

que era un espejo

de quienes siempre tuve al lado.

Y que renuncié a esa gente

y que hay cosas que no puedo borrar,

que no voy a olvidar jamás,

que no deseo.

Que hay cosas

que voy a llevarme a la tumba,

que le conté solo a ella

y espero que con ella vayan a morir

porque de ir tachándome de loca por ahí nadie va a devolverla.


Que alguien le diga

que le escribo todos los días

porque que mi alma sabe

que ya está muerta.

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